→ Se trata de reforzar las buenas
actitudes y comportamientos del niño en vez de recriminarle las malas acciones.
→ Si
le felicitas un niño cuando hace algo bien, el pequeño se sentirá estimulado
para continuar su buen comportamiento. Estará feliz y lleno de
satisfacción. Por el contrario si le
reñimos continuamente, se irá convirtiendo en un pequeño rebelde, porque no
sentirá estímulos suficientes para portarse bien.
→ El
niño necesita saber que sus padres y profesoras están satisfechos de él. Ese es
su mejor premio y triunfo.
→ Hay
que dedicar mas tiempo a alabar los buenos comportamientos que a castigar las
malas acciones, esto no quiere decir que no tengamos que corregirle, pero es
mejor a solas y haciéndole ver lo que han hecho.
→ Cada
día hay que sorprenderle haciendo algo bien para poderle felicitar. Para que
hagan las cosas bien tenemos que enseñarle a hacerlas y poner una serie de
normas en casa para que las vayan cumpliendo. Con las normas les cuesta menos
obedecer.
→ Nuestro
ejemplo es el primer punto de apoyo.
→ ¿Cómo
conseguimos llevar a cabo esta forma de educación? Con mucho cariño, mucha
paciencia y mucha constancia, (sin tirar la toalla).
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