miércoles, 8 de agosto de 2012

DESARROLLO AFECTIVO, EMOCIONAL Y SOCIAL


La supervivencia del bebé depende de las atenciones y cuidados de sus progenitores. Los bebés corresponden prontamente a las emociones de los adultos y exhiben otras tantas expresiones reconocibles por éstos. Esta afinidad emocional, unida a otros dispositivos tempranos y a la propia sensibilidad de los cuidadores, permite que entre ambos se establezca un vínculo afectivo conocido como APEGO.




La función esencial de dicho vínculo es procurar la supervivencia y cuidados del bebé. Cuando el vínculo está bien establecido se manifiesta en conductas orientadas a mantener la cercanía y el contacto con las figuras de apego, en especial, en aquellas situaciones que son percibidas como amenazantes.



TIPOS DE APEGO

Se considera que un niño tiene un APEGO SEGURO cuando disfruta de los juguetes en presencia de su madre, pero detiene su exploración cuando ella abandona la sala. Es fácil observar que estos niños se alegran de la proximidad de la madre y que recuperan la tranquilidad y la exploración cuando ella regresa.



Entre los APEGOS INSEGUROS se suelen distinguir dos tipos:

-          El APEGO EVASIVO O EVITANTE supone el patrón inverso al apego seguro. A estos niños no parece causarles ansiedad la salida de la madre y tampoco tienden a saludarla cuando regresa. Por tanto, su reacción no es muy distinta a la que muestran ante el extraño y los únicos signos externos de ansiedad surgen cuando se les deja solos.

-          En el APEGO RESISTENTE los niños exhiben un alto nivel de ansiedad incluso en compañía de la madre. Su abandono de la sala es contestado con gritos y protestas, y cuando ella vuelve se muestran muy enfadados.


El APEGO DESORGANIZADO O DESORIENTADO ha costado más de dos décadas de acumulación de datos para describirlo. En este caso, los niños que se incluyen aquí tienen una conducta difícil de describir. Su comportamiento es inestable y contradictorio y no parece responder a ninguna organización lógica. Este patrón atípico es más frecuente en niños que han sufrido alguna experiencia de maltrato. Se cree que el temor y la falta de coherencia que expresan estos niños responden a las reacciones imprevisibles y atemorizantes del adulto.



De todos los vínculos de apego, parece innegable que el tipo seguro es el que expresa con mayor claridad un equilibrio óptimo entre la exploración del entorno y la búsqueda de seguridad. A su vez, es el vínculo que mejor refleja la confianza del niño en el adulto y el que presenta mayores probabilidades de asociarse con una adecuada competencia social en el futuro.





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