lunes, 27 de agosto de 2012

¿QUÉ SABEMOS SOBRE EL CEREBRO ADOLESCENTE?


Los estudios sobre funcionamiento y cambio cerebral en la adolescencia son muy escasos y recientes. La utilización de técnicas modernas, gracias a las cuales se pueden obtener imágenes del cerebro en funcionamiento, han permitido estudiar los cambios estructurales que se producen durante la adolescencia. A continuación resumimos los resultados más importantes que se han hallado en las últimas décadas siguiendo a Blakemore y Frith (2005). Una de las principales diferencias que se observan, en comparación con el cerebro infantil, es un aumento de mielina en el córtex frontal. Esto significa que la velocidad de transmisión de las neuronas en esta parte del cerebro es mayor después de la pubertad. Por otra parte, la observación también ha revelado una importante disminución de la densidad de las sinapsis en el lóbulo frontal. Parece que durante la adolescencia se realiza una “poda”, eliminándose todas aquellas conexiones neuronales que se han ido acumulando pero que no se utilizan. Estas “podas” se realizan mucho antes en otras áreas cerebrales, pero en el lóbulo frontal no tienen lugar hasta la adolescencia.  En realidad los dos fenómenos se dan de forma complementaria: entre los 7 y los 12 años se produce una importante proliferación de conexiones neuronales en el lóbulo frontal y después comienza a disminuir la densidad neuronal. A la vez que disminuye la densidad empieza a aumentar la mielinización. Dado que el córtex frontal se relaciona con el control ejecutivo –es decir, la atención, la toma de decisiones, la solución de problemas, etc-, se podría esperar que los cambios que se observan en el cerebro se reflejaran en una mejora en la actuación de los adolescentes en este tipo de tareas. Aunque algunos estudios han hallado evidencias a favor de esta relación, no todos los resultados son unánimes y se necesita más investigación para aclarar esta cuestión.
 
 

Independientemente de esta relación, los estudios sí muestran que durante la adolescencia- e incluso después- se producen reorganizaciones masivas en ciertas áreas cerebrales. Estas reorganizaciones repercuten en un mayor control y una planificación más eficaz de las tareas complejas. Este dato pone de manifiesto que durante este período – y probablemente durante todo el ciclo vital -, el cerebro sigue siendo adaptable, moldeable y, por tanto, “educable”. Así pues, las antiguas teorías que defendían la ineficacia de la educación después de la infancia, parecen perder vigencia ante los datos más recientes sobre desarrollo cerebral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario